Sería difícil encontrar una profesión con una problemática más interesante que la nuestra.
La experiencia, a cambio de hacernos más valiosos, se convierte en un defecto al aferrarnos a tecnologías obsoletas que hemos logrado dominar a medias; pero al tratar desesperadamente de desprendernos de ellas, nos hace eternos aprendices con tasas de fracaso altísimas. Los paradigmas de programación han cambiado varias veces en los últimos años: cuando finalmente sabíamos Cobol, tuvimos que empezar a programar “mal” en bases de datos relacionales; cuando finalmente estabamos aprendiendo, tuvimos que pasarnos a programar en ambientes cliente/servidor con interfaces gráficas, inicialmente con un conjunto de herramientas típicamente provistas por los mismos proveedores de las bases de datos; ahora que ya empezamos a dominar esos ambientes, debemos aprender a programar en el Web y a participar en grupos de trabajo mixtos con artistas!; cuando apenas estamos entendiendo esta tecnología nos dicen que el modelo cambió de “halar” información a “empujar” información y por lo tanto debemos repensar nuestras técnicas de programación ...... ¿ hasta cuándo ? hasta que la sociedad harta de vernos ensayar con el juguete de turno y de fracasar en la construcción de sistemas de información, ¿ nos reemplace de alguna forma ?
Una profesión en que los años no son de humano sino de perro, por la tasa de cambio de la tecnología que manipulamos; basta con anotar que la capacidad de las máquinas que operamos crece el ciento por ciento cada dieciocho meses.
Una profesión en la que la demanda por sus ingenieros se aleja cada vez más de la oferta generando un altísimo déficit nacional e internacional. Sin embargo, pocos quieren estudiar ingeniería de sistemas, especialmente los jóvenes de los estratos económicos más altos; por qué ? Si como consecuencia de ese déficit el mercado compite por ellos con base en sueldos fabulosos; si consiguen trabajo incluso desde su cuarto año de universidad !.